correos electrónicos (II)
PRÓLOGO AL INICIO DEL MUNDO
Todo proemio es nada más que una anticipación de una obra más grande y trabajada. De todos modos, los prólogos introducen a una temática y ellos siempre nos invitan a descubrir si aún nos interesará seguir adelante, leyendo y adentrándonos en la historia.
¿Cómo podemos situarnos en el principio del mundo sin recordar quizá los orígenes del Universo? Me refiero, por el ejemplo, a esas épocas incipientes donde nuestras primeras películas eran algo así como nuestros primeros planetas.
Así, ‘Breaking the waves’ sería seguramente un pequeño planeta de una galaxia incipiente que recibía, de pronto, muchos protoplanetas que se unían cada vez más y empezaban a girar alrededor de una estrella incandescente, tal como lo serían ellos, los iniciadores del mundo, cuando al fin pudieron verse y amarse como si nunca antes, juntos, solos, desnudos, nuevos.
Había que pensar también que la parte previa al inicio del mundo incluía muchas canciones, ellas serían, se puede decir, los cometas, los quásares y púlsares, el espacio-tiempo deformándose alrededor de los agujeros negros.
‘Yo no buscaba a nadie y te vi’, por ejemplo. ‘And you know that she’s half crazy but that’s why you wanna be there’, para citar algo más. Tú y yo lo sabemos, pero un proemio debe volver a los orígenes para conocer sus efectos.
Este prólogo, en justicia, debe recordar a nuestros cuentos, a ‘la suerte de la flaca’, a ‘la casa’, a ‘miedos’, a ‘la mujer del disco de Nino Rota’, debe recordar a esas veces que yo te leía, a esas tantas otras en que construíamos todo eso que nadie creyó posible. Debe ser por eso que yo te pedí limpiarte los temores y tomar mi mano para irnos lejos, donde seamos no una parte del mundo, sino el mundo mismo. Claramente, los dos somos el mundo, por eso tenemos derecho a iniciarlo.
Esa debe ser la razón por la que en las noches te mueres de amor cuando al fin podemos vernos los rostros, apenados un poco porque todavía nos quedan los días en que teníamos los ojos tan cerca, las bocas tan urgentes, nuestros cuerpos y almas tan prestos,. ¿Te acuerdas de ese pequeño cuarto de cuando los dos comenzábamos la vida?
En verdad, no sé qué hacía antes de vos, no me acuerdo, Alejandra. Este, por ende, es el inicio y está tan lleno de historias, canciones, letras, pequeños detalles, una foto para lovebyte, un dibujo para pair, una llamada para decirte que eres mi novia, una vida para seguir construyendo cosas.
Entonces, yo he venido a decirte que quiero tratarte como lo que eres, el amor de mi vida y he dado por hecho que piensas igual. Por eso, como la primera vez que me llamaste a skype, o como la primera vez que estuve dentro de ti, la vida nos muestra todo lo que podemos. Por eso éste es un prólogo, porque adelante, desde el comienzo del mundo, hay toda una obra cuyas páginas se seguirán llenando de nosotros.